"Con mucha prudencia", la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, comentó el martes en la Cadena Ser que "los datos van indicando que la pandemia es una cosa casi superada". Escribo esto con los 20 dedos del cuerpo cruzados los unos sobre los otros, tecleando con la nariz –para algo tiene que servir este tochón– y conteniendo la respiración. No entiendo qué necesidad tienen los políticos –y mucho menos los que gobiernan– de anunciar cosas así, incluso aunque vayan precedidas del preámbulo "con mucha prudencia". Precisamente, la prudencia es contraria a manifestar que algo de este calibre esté "casi superado". ¿Qué es casi, qué es superar? El lunes iba por Burlada y en la plaza del ayuntamiento me fijé varios minutos en dos hombres de más de 80 años que estaban sentados en sendos bancos de la plaza. Hacía una mañana bien buena y no había nada más en la plaza que ellos dos, separados por no menos de 10 metros entre ambos. Con la mascarilla puesta. Al aire libre. ¿Qué clase de superación es esta, si dos personas que están posiblemente vacunadas y que no tienen peligro alguno alrededor siguen con ese artefacto encima, que les impide respirar como se merecen? Sigue habiendo restricciones, contagios, muertes, hijos e hijas que no pueden visitar a sus mayores en residencias, hemos tenido varias olas y de todas hemos aprendido que es mejor callar antes que aventurar, no sabemos la inmunidad temporal de las vacunas que nos hemos ido poniendo de enero hacia aquí, hay miedo atávico, problemas mentales que durarán años y años, deudas disparadas, etc, etc, etc. Comprendo las ganas de mandar mensajes optimistas, las comprendo y comparto, pero es que el propio adjetivo "superada" es erróneo, ya que algo así no se supera, se va difuminando, como el duelo o la tristeza. ¿Qué coño va a estar casi superada, no podemos esperar unos meses para esta clase de sentencias?
Jorge Nagore, en Diario de Noticias