La previsible incorporación de 33.194 habitantes a la "Zona Mixta" establecida por la Ley del Vascuence supone un considerable empuje demográfico para la satisfacción parcial de los derechos lingüísticos de la ciudadanía navarra. Pero al margen de este dato, que es indudablemente el que tiene relevancia social, no se puede pasar por alto que los 953'83 kilómetros cuadrados que aportan los 28 ayuntamientos que por el momento han hecho la solicitud suponen también un avance territorial de indudable carga psicológica. La llamada "Zona No Vascófona" continuará siendo la más extensa de las tres áreas, pero pasará de ocupar el 56'74% del conjunto de la superficie de los municipios navarros a constituir el 47'04%. La Zona Mixta, en la que vive prácticamente el 60% de la población, supondrá ya el 28'71% del territorio.
Con todo, los resultados de esta modificación estructural estarán lejos de alcanzar siquiera los límites del mapa que dibujó Louis Lucien Bonaparte en 1863. El valle de Urraul, que vio morir a los últimos euskaldunes después de la guerra civil, continuará en la "zona no vascófona", como si el euskera le fuese algo ajeno. En Navascués, Lumbier, Ibargoiti, Unciti, Valdizarbe....... en el valle de Lana o en la propia Valdorba, donde no se dejó de hablar hasta el siglo XIX, el euskera sigue siendo un elemento importante del patrimonio afectivo, por encima de todos los factores de regresión que acabaron con su uso. Sería de desear que más ayuntamientos de esas zonas se sumen en el período de tramitación a este movimiento de recuperación que no discrimina a nadie y no causa otros perjudicados que aquellos que históricamente han equiparado al euskera con lo estrictamente rural, el atraso, la humillación y la marginación.
Praxku
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