El 2 de julio de 1979 el pleno itinerante de las Juntas Generales, recién restablecida la Cámara guipuzcoana con la llegada de la democracia, y reunido en Oiartzun, dio el visto bueno, y por unanimidad de todos los grupos políticos, a una moción que fue presentada por José Antonio Ayestaran Lecuona. Como independiente de E.S.E.I. (en coalición con Euskadiko Ezkerra) fue elegido juntero ese mismo año. En el acuerdo se alegó que los cañones eran “belicistas y humillantes para Navarra”. Los defensores del escudo tradicional han alegado desde entonces motivos sentimentales, históricos e ideológicos para mostrar su rechazo a la decisión. (klik egin-ver más)
Antton Iparragirre, en El Diario Vasco