La rutina genera insensibilidad. Así ocurrió antaño con la actitud de todo el espectro político hacia las víctimas de ETA, y ahora ocurre respecto al nivel de calidad de la democracia. El proceso degenerativo de la democracia en el que estamos inmersos no está en la agenda política, a pesar de los hechos que lo muestran: una justicia politizada e instrumentalizada; la suspensión de derechos civiles y políticos para un sector de la ciudadanía; la instalación de la crueldad en la gestión del sistema penitenciario y de las detenciones; el endoso a la sociedad de la crisis económica; o la imposibilidad de decidir futuros, ya se ensaye por vías originales (vía Ibarretxe) o convencionales (vía catalana). Regenerar la democracia no es una concesión a ETA sino, por autoestima, una obligación colectiva. Este es el fondo que no se quiere abordar, y ETA la excusa. (klik egin-ver más)
Ramón Zallo (en El Diario Vasco)