El exgeneral estadounidense Wesley Clark dijo hace unos meses que “EEUU usó el Islam radical para luchar contra los soviéticos en Afganistán. Rogamos a los saudíes que pusieran dinero; y lo hicieron”.
También este año un antiguo enviado especial de la ONU, Lakdar Brahimi, que trabajó en Irak y Afganistán, atribuyó la emergencia del ISIS a la invasión de Irak:
“No había justificación para la guerra de Irak y todos pagamos las consecuencias”.
Las guerras en las que Occidente lleva años involucrado no solo no han parado el terrorismo, sino que este ha aumentado.
Con cada bomba sobre determinadas zonas de Siria, con cada discurso desafiante, con cada retórica racista, el ISIS ganará nuevos adeptos no solo en Oriente Próximo, sino también en barrios deprimidos de Europa como en el que vivía uno de los terroristas de París.
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Olga Rodríguez, en eldiario.es