Me invita Txentxo Jiménez a asumir lo que considera mi parte alícuota de responsabilidad en el momento crítico que vive Nafarroa Bai. Y me invita a hacerlo de forma pública, en estas páginas y en primera persona porque ha sido de forma pública, en estas páginas y citando de manera expresa y exclusiva un nombre propio -el mío- como se produce su invitación. Eso sí: me propongo ser tan inmoderamente exigente con las tesis del proponente como éste lo es con el resto de los miembros de Nafarroa Bai. En mi caso, porque creo que si el próximo día 15 de marzo las mujeres y los hombres de Aralar van a decidir su permanencia o no en NaBai, lo han de hacer en libertad. Y sin información veraz, no hay libertad.
Tomo del Príncipe de Viana el lema no sólo por su capacidad poderosa para seguir ilustrando la realidad navarra cinco siglos después, sino por lo que me sugiere con respecto a los últimos capítulos en la vida de Nafarroa Bai, en especial este último de las reflexiones de Txentxo Jiménez. Utrimque roditur, me roen por todas partes… Es cierto que la hondura del lema casa mal con algunas de nuestras actuaciones más memorables. Porque haberlas… las ha habido. ¡Y cómo de memorables!
Como se apunta, algunos somos culpables de haber respondido a momentos de altura con el silencio público. Pero sería mentir si no recordamos que ese silencio no fue sino el respeto más exquisito a lo que cada partido -el concernido en cada caso- decidió. ¡Claro que el juicio sumarísimo en plaza pública que tantos pidieron hubiera sido un recurso bien fácil! Pero ni entonces ni ahora he sido partidaria de la Ley de Lynch.
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Uxue Barkos, diputada en el Congreso por NaBai (en Diario de Noticias)