Durante décadas, el gobierno de Estados Unidos había intrigado en Oriente Medio apoyando regímenes despóticos y fomentando el fundamentalismo islámico como antídoto contra todo lo que se considerara de izquierdas. En 1990, la agonía de la URSS pareció inaugurar un nuevo orden mundial dominado por Washington, lo que un columnista estadounidense denominó acertadamente el momento unipolar. El imperio estadounidense, que hasta entonces aún se tambaleaba por su síndrome de Vietnam, consiguió superarlo -o eso creía Bush padre- al lanzar un ataque devastador contra Irak en 1991. Bush había sido instado por Margaret Thatcher a expulsar a las tropas iraquíes que en agosto de 1990 habían invadido el vecino Kuwait. Entonces, Irak fue estrangulado por un cruel embargo que causó 90.000 muertes de más cada año, según las cifras de la ONU. (klik egin-ver más)
Gilbert Achcar (traducido por Viento Sur)