El periodista marcillés José María Cambra Amigot, presidente de los Amigos del Castillo, relata hoy en Diario de Noticias una amarga experiencia vivida anteayer con la Guardia Civil:
El martes 7 de abril salí de Funes a las 19.45 horas en dirección a Marcilla. En el Stop que se localiza en la NA-6630 en Marcilla, a 250 metros de mi casa, frené dos veces antes de incorporarme a la NA-128. Quería llegar a mi hogar para ver a mi familia, después de un día duro, pero todavía me quedaba lo peor: a unos 200 metros del Stop, a la altura del cuartel de Marcilla, conducían un Patrol dos guardias civiles de tráfico. No eran unos guardias cualquiera. Fueron capaces de apreciar desde esa distancia que yo no hice el Stop, pero no vieron las luces de frenada que se encendieron dos veces en mi coche. Y todo ello a través de las paredes de la casa que se interpone entre una carretera y otra en el mismo cruce. Me siguieron. Llegué a la puerta de mi casa y un guardia me pidió la documentación. De pronto, me soltó que yo no había hecho un Stop. Y yo que sí, y él que no, que sí, que no… Alcé el tono de mi voz, pero era sordo. Ni me escuchaba, ni me oía. Su compañero, además, era mudo. Me mostró su PDA, que manejó con torpeza supina (diez minutos), imprimió el papel que no firmé y se largaron. Entretanto, el mudo me miró y el sordo habló, y me dijo que podía alegar; que por escrito a lo mejor le convencía de que yo había frenado, porque la alegación la iba a responder él. Prepotencia frente a impotencia.
Indignado, casi llorando, fui al cuartel dispuesto a denunciarles por abuso de la autoridad. Dispuesto a alegar. "¿Para qué?", me dice todo el mundo. Vas a gastar tiempo, energía y dinero. "¡Paga la multa rápidamente, te tragas los 4 puntos y por lo menos te ahorras el 30%!". Es lo que voy a hacer. No nos queda otra frente a los señores que dicen estar a nuestro servicio, y que realmente lo están en muchas ocasiones; no en ésta. Por eso, además de pagar y ahorrarme el 30%, escribo esta carta.
José María Cambra Amigot (en Diario de Noticias)
Tras culminar con su experiencia africana su proyecto "Los cinco continentes a través de la música", José Eladio Santacara asegura constatar lo mucho de verdad que existe en la afirmación que sostiene que el ser humano es el animal más estúpido por el afán autodestructivo que le caracteriza.
