El presidente de Convergencia i Unió, Artur Mas, participó ayer en Getxo en el mitin del PNV para alertar de las intenciones de Zapatero. Mas, que dice tener experiencia en eso, e incluso recordó lo que sucedió en Navarra, reveló que Zapatero está empeñado en desalojar a los nacionalistas del poder allá donde pueda y que puede llegar a gobernar en Cataluña, Euskadi y Galicia sin haber ganado las elecciones en ninguna de las tres nacionalidades. Euskadi es el trofeo de caza mayor que le queda y si tiene posibilidades no se lo va a pensar, sin hacerle ascos a los votos del PP. Sin embargo, nada ha dicho Artur Mas del apoyo que su formación dio a la Ley de Partidos, cuya aplicación es pieza esencial para hacer posible esa conquista. Con los votos del PP y del PSOE hubiese salido la ley adelante de la misma manera, pero el apoyo que en su día le dieron CIU, Coalición Canaria y los andalucistas le dio un margen de legitimación que podía no haber tenido. Así es el pragmatismo de esta gente. Conozco bastantes palabras que terminando también en ismo expresan de una forma más ajustada ese comportamiento de querer quedar bien con todos.
Quedan cuatro días para cerrar la campaña, a la que se ha sumado ETA con la bomba de Lazkao. Su papel político cara a sus supuestos objetivos es cada vez más irrelevante, pero su capacidad de distorsionar y condicionar el desarrollo de las elecciones y aún los resultados puede ser aún considerable. Quizás no le haya gustado la decisión de pedir el voto nulo y no la abstención. Quizás, no estoy en condiciones de asegurarlo.
Todo está en el aire y aunque hay tendencias que se van marcando en los últimos días parece difícil impedir que el bloque constitucionalista llegue a los 38 escaños, con lo que ello implica. Salvo una muy importante removilización del voto autodeterminista a última hora. Hay bastantes esperanzas depositadas en el debate electoral del miércoles 25, a las diez de la noche en ETB2, que al ser en la lengua del imperio, reunirá por primera y única vez a l@s seis primer@s espadas.
Praxku
El geógrafo francés Franz Schrader censó entre 1880 y 1894 los glaciares del Pirineo. Si hoy volviera a recorrer la cordillera, sólo reconocería la silueta de las cimas. Desde su estudio, los glaciares de la vertiente española han perdido un 88% de su extensión (de 1.779 hectáreas a sólo 206 en 2008), según un informe del Ministerio de Medio Ambiente que incluye datos de todos los glaciares del país. El aumento de la temperatura y el descenso de las lluvias han sentenciado de muerte a las lenguas de hielo pirenaicas que, de seguir a este ritmo, desaparecerán completamente a mitad de siglo.
