La izquierda abertzale se propone llevar a cabo en las próximas semanas una serie de asambleas internas para diseñar su estrategia de cara al próximo curso político en las que, según ha podido saber EL CORREO, se pretende de manera casi exclusiva preparar a la militancia para un ciclo largo de violencia de ETA. El planteamiento esbozado para estas reuniones tiene como punto de partida ofrecer a las bases un discurso en el que se justifique una fuerte campaña de atentados. En los guiones previos se incluye, además, una contundente crítica del núcleo duro de la banda hacia la izquierda abertzale por no haber creado ningún movimiento potente en contra del Tren de Alta Velocidad, uno de los objetivos principales en las acciones terroristas de los últimos meses.
Las compañías que trabajan en la construcción de la 'Y' vasca, el proyecto de mayor inversión en Euskadi, han sufrido tres ataques directos que han afectado a sus sedes y a la maquinaria, además de ocupar buena parte de las amenazas en los comunicados más recientes de la organización. Este acoso ha llevado a que tanto el Ministerio como el Departamento vasco de Interior hayan mantenido encuentros con los empresarios para mostrarles su apoyo y establecer protocolos de seguridad. E incluso ha obligado al propio Gobierno de Vitoria a variar 180 grados su posición y pasar de considerar que el proyecto no estaba amenazado por ETA a que el lehendakari visitara a finales de agosto un tramo en obras, como un gesto de respaldo explícito a esta infraestructura.
Para Ekin y Segi, las dos organizaciones que en la actualidad lideran a la izquierda abertzale como intermediarios de las directrices de ETA, la reacción social de rechazo al trazado está siendo mucho menos importante de lo que se esperaba. La organización armada vio desde un primer momento que la oposición al TAV podía convertirse en un elemento aglutinador de sus bases, una vez roto el alto el fuego permanente. En una entrevista en 'Gara', en la primera referencia directa de la banda a este proyecto, la dirección etarra ya dejaba clara su oposición: «Los pseudopolíticos y tecnócratas que siguen aferrados al sillón no han extraído ninguna enseñanza de conflictos como el de Lemoiz o Leizarán». Esa referencia a dos proyectos emblemáticos contra los que la banda había actuado daban una idea de la estrategia que la cúpula terrorista pretendía seguir con el Tren de Alta Velocidad.
La movilización ciudadana, sin embargo, está siendo menor de lo que la banda esperaba, en especial, con sus referencias a la central nuclear de Lemoiz y la autovía de Leizaran. El esfuerzo que ETA había llevado a cabo para poner en marcha un movimiento social de oposición al proyecto era grande. La organización llevaba desde 2004 trabajando en la planificación de su estrategia contra esta infraestructura. En documentos incautados en esas fechas a la izquierda abertzale la 'Y' aparecía como uno de los proyectos estratégicos para ETA y su entorno.
Frustración
En las ponencias que está previsto trasladar a las bases en las próximas semanas se les reprende por no haber realizado los suficientes esfuerzos para acumular fuerzas y sumar a grupos no vinculados de forma directa con la izquierda abertzale a la movilización anti-TAV. En estos momentos, además de las plataformas locales contra el proyecto, los únicos colectivos que participan de forma activa en las convocatorias contra el trazado ferroviario son los sindicatos ELA y LAB.
Según ha podido saber este periódico de fuentes de toda solvencia, las asambleas locales que pretende desarrollar la izquierda abertzale no buscarán fomentar el debate interno sino centrarse en explicar a las bases la doctrina oficial sobre la justificación de la violencia e intentar que se asuma sin más discusión. ETA trata así de evitar que la ruptura de la tregua haga aflorar un sentimiento contrario al regreso a las armas entre sus simpatizantes, ya que es consciente de que hay sectores internos que se han sentido muy frustrados por el fin del alto el fuego.
La intención de los radicales es que no se repita la misma situación que en el año 2000, cuando la discusión interna para refundar Euskal Herritarrok tras la ruptura de la tregua de Lizarra derivó en la escisión de Aralar y dio pie a fuertes críticas a la banda. En aquellas fechas, por ejemplo, los representantes de Zutik -integrados en EH- llegaron a acusar a ETA de promover «la limpieza ideológica y étnica». Pese a las críticas, la propuesta que salió adelante fue la denominada 'Bateginez', en la que se consideraba el terrorismo como «un instrumento político». Sus promotores fueron, entre otros, Arnaldo Otegi, Joseba Permach, Floren Aoiz y Karmelo Landa.
Escarmentados por aquel debate, los dirigentes de Ekin y Segi que en estos momentos dirigen la izquierda abertzale pretenden acabar de raíz con cualquier movimiento interno de disenso respecto a la actuación de ETA. Las fuentes consultadas destacan, no obstante, que el malestar existente en algunos sectores carece de cualquier referente que pueda articular a su alrededor un movimiento crítico con respecto a la banda terrorista.
Redada de Segura
Por otra parte, en todo el proceso de preparación de las asambleas locales está pesando de una forma contundente la situación de clandestinidad en la que desarrolla su labor la izquierda abertzale. La fecha clave en esa situación es el 4 de octubre de 2007, cuando el Cuerpo Nacional de Policía descabezó a la mesa nacional tras una redada en la localidad guipuzcoana de Segura. Aquella operación causó un tremendo impacto en la izquierda abertzale, que vio cómo las subsiguientes sentencias judiciales contra el entorno de ETA achicaban su espacio de maniobra.
Desde entonces, los responsables de la ilegal Batasuna están extremando sus medidas de seguridad, conscientes de que, por ejemplo, no pueden reunirse como lo habían hecho hasta hace poco ni difundir documentos internos sin correr el peligro de un procesamiento penal. Por ello, los expertos creen que las asambleas locales tendrán un perfil de discreción máxima.
El Correo
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