Excelentísimo señor don Miguel Sanz Sesma, presidente del Gobierno de Navarra: Por la presente le comunico que tengo previsto asistir a la final del campeonato de mano parejas, con dinero prestado por amigos y familiares. Mi intención es cumplir con toda la parafernalia propia de estas grandes citas de la pelota. Así las cosas, acudiré a la ciudad donde se dispute la final -previsiblemente, San Sebastián- de par de mañana, para poder echar el vermú con calma en las más animadas tabernas, comer opíparamente en un buen restaurante -de al menos una estrella Michelin- y beber pausadamente un cuba libre, o quizás dos, en una elegante terraza. Me personaré en las inmediaciones del frontón con la suficiente antelación como para poder disfrutar del ambiente previo a la final, charlar con amigos y conocidos y ocupar sin prisas mi localidad. Tengo pensado que sea de las mejores: de cancha, centrada, un poco por encima de los artekaris para que no me dificulten la visión del partido, pero a la vez cerca de ellos para poder apostar con comodidad. El objetivo de mi excursión -amén de pegarme el lujazo de disfrutar in situ y a todo lujo del espectacular ambiente pelotazale de una gran final- es ése: apostar. Emplearé ingentes cantidades de ese dinero prestado por amigos y familiares para adoptar posturas diametralmente opuestas a la opinión de la cátedra. Esto es, apostaré dinerales a favor de quienes se prevean perdedores, en los momentos en los que los favoritos demuestren la mayor superioridad y los corredores canten las posturas más desproporcionadas. Evidentemente, es una apuesta de alto riesgo. Si gano, perfecto: devolveré el dinero sin problemas y seré rico. Un negocio redondo. Ahora bien, si pierdo, solicito que su Gobierno se haga cargo de todos los gastos, ya que de otra manera no podré devolver el préstamo a amigos y familiares. Supongo que atenderá mi petición sin objeción alguna, habida cuenta de que con los constructores que se embarcaron en la arriesgada apuesta de Guenduláin va a hacer exactamente lo mismo. Esperando que al recibo de la presente se encuentre usted bien de salud, me despido atentamente.
Juan Kruz Lakasta (en Diario de Noticias)
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