Los zafios y vergonzosos argumentos de la alcaldesa de Iruña para no retirar la ultrajante denominación de Conde de Rodezno han debido de servir al presidente popular de Melilla para inventarse una argucia similar para soslayar el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica: no retirará la estatua de Franco de la ciudad porque se erigió en 1975 no en su condición de jefe del estado sino en homenaje al hombre que al frente de la Legión hizo posible que Melilla siga siendo española al defender la ciudad en 1921 durante la guerra del Rif.
Pero la mentira queda al descubierto porque quien se quiera documentar descubrirá que al frente de las tropas españolas estaba el general Sanjurjo y al frente de la Legión, que llegó cuatro días tarde y no tuvo ningún papel esencial en la defensa, estaba Millán Astray. Franco era uno más de entre los muchos oficiales presentes.
Queda, pues, muy claro, por qué se levantó el monumento en 1975 y por qué no lo quieren retirar ahora los franquistas nostálgicos, que ahora cuentan además con un referente ideológico y estratégico en Pamplona.
Praxku
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