
Detrás de todo ferrocarril desmantelado queda la huella de un sueño roto. El Anglo-Vasco-Navarro pretendió unir Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra, pero, revés tras revés, la idea de los alaveses hermanos Herrán se quedó mutilada. La línea llegó a unir Bergara, Vitoria y Estella. El progreso se movió en sus automotores y en sus vagones amarillos durante casi un siglo hasta que, hace 42 años, el ‘
boom’ del automóvil acabó con su aliento. Las lágrimas por aquel disgusto aún se recuerdan, pero sobreviven sus puentes, sus estaciones, sus túneles y un recorrido fabuloso para deleitarse con la naturaleza más salvaje o con suaves paseos de olor a hierba mojada.
(klik egin-ver más)
El Correo Español
No hay comentarios:
Publicar un comentario