¿Alguien sabe qué ingirieron el pasado sábado en Olite los miembros del Comité Regional del PSN? ¿Habían repartido entre ellos micropuntos de ácido lisérgico traído directamente de Amsterdam o se trataba quizás de mescalina de la buena llegada en chárter desde Sonora?
¿Había aprovechado alguno de los delegados el puente foral para proveerse y proveer a los suyos de rico hasch rifeño, o, con la excusa del English, se lo hicieron con crack cortado en alguna catacumba neoyorkina?
Cronistas tal vez apócrifos hablan de una columna de tupido humo elevándose por encima de las más altas torres del castillo, mientras Roberto Jiménez, con los ojos convertidos en puntitos luminosos y sonrisa bobalicona leía sin pestañear eso de "articular un bloque social de progreso más allá de las lindes habituales del PSN".
Las carcajadas debieron de oírse en Tafalla, hasta tal punto que hay gente que afirma que, para imponer silencio, tuvieron que hacer otra ronda de material entre los delegados. Afortunadamente, lo pagaba el amigo Miguel con dinero detraído de partidas para el euskera.
Lo mejor de la fiesta vendría sin duda cuando el secretario general de los socialistas navarros recitó con métrica endecasílaba aquello de que "Navarra merece un cambio para garantizar la convivencia y el respeto a la pluralidad". Quien les vio afirma que fue en ese momento cuando los aguerridos delegados, puestos en pie, entonaron el "¡como en estos presupuestos!".
Un instante después, la música empezó a sonar, dunba, dunba, dunba, al mejor estilo ibicenco. La juerga debió de acabar tarde, pero al parecer sin consecuencias negativas para ninguno de los participantes en el animado cónclave. Caballero y Elma Saiz, puestos en antecedentes, se habrían encargado de dejar la carretera limpia de controles.
"Si no fuera por estos momentitos...", dicen que decía Jiménez a Caro, antes de derrumbarse en el coche oficial a la espera del último subidón.
Aingeru Epaltza (Diario de Noticias)
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