Fue a muy temprana edad, todavía no era más que un niño, cuando Juan Navarro se sintió atraído por la jota. Él mismo contaba que la afición le entró una mañana de ferias, escuchando a Raimundo Lanas sus primeras jotas por el altavoz de una churrería instalada en el Portal del Río.
Entonces aprendió aquellas jotas que hablaban de yedras, corazones, cardelinas, noches laguneras, etc, que luego Juan repetiría mientras le daba a la rueda en la cordelería de Galo López, con quien aprendió también a "entrar a la guitarra".
Después de su trabajo en el vivero, ejercitaría su voz, cantando las jotas entre golpe y golpe de azadón. Pero Juan Navarro no se había de conformar con ser un simple imitador de Lanas, todo lo contrario: Juan había de crear sus propios estilos y componer sus letras de jota.
Las primeras jotas irían dedicadas a la dueña de su corazón: Elvira, guapa moza, ¡vive Dios!, de la que Juan se había enamorado.
Una tórtola te traigo
que del nido la cogí.
Su madre llora por ella
como yo lloro por tí. (klik egin-ver más)
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