
No hay proyecto controvertido que no nos toque. Las conducciones energéticas, el TAV, y ahora también la incineradora. Proyectos de cuestionable rentabilidad social global que de forma incuestionable lesionan gravemente la calidad de vida de la comarca sin dejar a cambio beneficio alguno.
La opción por las plantas de incineración para la eliminación de residuos no es algo que esté fuera de toda duda como nos va a intentar colar la administración navarra. Todavía despierta muchos recelos, porque los efectos están por ver y porque siempre queda una fracción no reciclable. Existe en algunas zonas como en Gipuzkoa una elevada sensibilidad social por la posible incidencia negativa en la salud de la población y por el elevado coste medioambiental. Pero lo que está fuera de toda duda que ninguno de sus defensores quiere una incineradora cerca de casa. Y aquí parece que tenemos todos los boletos, todavía no sabemos a cuántos kilómetros de cada pueblo del triángulo. Por lo menos que no sea con nuestra sonrisa ni con nuestra indiferencia.
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