El mismo al que no le gustaba "ni un pelo" gobernar con UPN y hoy es el vicepresidente primero de Barcina cerró el año personándose en la presentación de Rubalcaba como candidato a la secretaría general del PSOE después de haber sido el único dirigente territorial que se había retratado con Chacón en el lanzamiento oficioso de quien también va a aspirar al liderazgo socialista. Cuando la incongruencia entra por la puerta, la credibilidad salta por la ventana, y el señor Jiménez debería saber a estas alturas que de los políticos incoherentes no acaban quedando ni las raspas. Probablemente, don Roberto todavía no sea del todo consciente de hasta qué punto su doble juego en la determinante confrontación interna del PSOE ha acabado por convencer a buena parte de la organización de esa falta de consistencia que sólo se apreciaba en Navarra, más allá de la ideología de cada cual. Desde luego en las filas de un Rubalcaba que, si se hace con el timón de Ferraz, acabará tratando a Jiménez como un polizón al que desembarcar en cuanto sea posible, a más tardar en las elecciones de 2015 pero quién sabe si antes. Con la derivada de que esa fecha de caducidad personal conlleva la del propio Ejecutivo de UPN-PSN del que Jiménez es el número dos como una huida hacia adelante tras su descalabro como candidato en unas autonómicas en las que a duras penas rebañó 50.000 votos. Precisamente por eso, Barcina ve ligado su futuro presidencial en los términos actuales al éxito orgánico de Chacón, toda una paradoja política por obra y escasa gracia para ella de la personalista estrategia de este Jiménez bipolar.
Víctor Goñi, en Diario de Noticias
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