Qué difícil resulta sin embargo entender la enorme diferencia en el trato
dispensado a las víctimas de la violencia. Unas, las víctimas de ETA, en Navarra al menos y no todas desde luego,
subidas al carro del poder, identificadas con partidos que heredaron la
ideología y las formas, la intolerancia de aquellas partidas de falangistas y
requetés que ensangrentaron cunetas y campos. Otras, las víctimas del fascismo
estigmatizadas, machacadas durante décadas por los verdugos, obligadas a vivir
en silencio las carencias. Y otras más, víctimas de la violencia de Estado
ignoradas como si su sufrimiento hubiera estado ocasionado por un accidente de
tráfico. (klik egin-ver más)
Bingen Amadoz, en Diario de Noticias
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