Gobernar va mucho más allá de disponer
de un poder. Exige, entre otras cualidades, capacidad de liderar a una
ciudadanía siempre plural. Si el liderazgo es gestionar la convivencia
con sosiego, generar confianza o contagiar estados de ánimo positivos,
Yolanda Barcina vale para mandar en UPN y cohesionar políticamente a su
parroquia, pero no a una sociedad compleja como la navarra.
La piedra angular del modelo
de Barcina es su propia personalidad política: rígida, con inclinaciones
prepotentes y severas dificultades para integrar personas e ideas.
Tendente a las frases hechas, proclive a la levedad del blanco y negro, y
a menudo anclada en el eslogan populista y previsible, transmite un
sentido de la realidad muy cerrado y escasísima porosidad o capacidad de
autocrítica. Con estos mimbres y un Gobierno en minoría, una Barcina
desgastada se muestra inoperante para movilizar al conjunto de los
navarros y navarras hacia un horizonte social esperanzador, y eso que
cuenta con poderosos altavoces que traducen su pensamiento a una
sugerente narrativa de eficiencia y ahorro. (klik egin-ver más)
Jesús Barcos, en Diario de Noticias
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