Dos veces, en su historia reciente, los navarros hemos sentido de manera intensa esa sensación de vergüenza ajena que produce ser el centro del huracán de la corrupción. La primera, con la inmensa trama de financiación ilegal del Partido Socialista Obrero Español que acabó con la carrera política de Felipe González y su plana mayor y que tuvo sus más significativos y significados representantes en el socialismo navarro, de capa caída y de tropezón en tropezón desde entonces, que no se sabe muy bien si fueron los únicos responsables reales, pero sí en todo caso, las piezas "sacrificadas" en el escarnio público y judicial, y ahora, cuando los políticos de una pequeña comunidad de escasos 600.000 habitantes roban las portadas y los "prime time" de los grandes medios nacionales a chorizos de muchísima más envergadura pero mucha menos dotación para el enredo y la comedia chusca. (klik egin-ver más)
Ander Muruzábal, en Nafar Herria
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