
La tragedia empezó en 1906 cuando se instala la fábrica de amianto en Casale Monferrato, un pueblo cercano a Turín. Desde entonces se han ido contaminando los trabajadores y las gentes del pueblo hasta 1986, fecha en la que Schimidheiny cierra la fábrica, abandona las instalaciones y sale "
huyendo". Si alguien piensa que ese abandono ha cancelado los problemas, se equivoca con la letalidad del amianto. Al día de hoy aún muere en Casale una persona por semana a causa de su pasada exposición al amianto: en la fábrica, en sus casas o en el pueblo. Y no acabarán estas desgracias hasta 2031. Todas estas muertes serán igualmente imputables a los dos sentenciados. Contra los dos responsables se habían personado en el juicio más de 6.400 partes civiles en nombre de 2.191 muertos y de 605 enfermos.
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Paco Puche, en Ecoportal
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