La primera: La ovación de una grada a un extenuado Patxi Puñal con la camiseta empapada por el sudor. Milla esker, Patxi. Un navarro de verdad, que ha defendido siempre a Osasuna y a quien el éxito lo ha vuelto más humilde y trabajador, si cabe.
La segunda: Unos jugadores atónitos y desconsolados que veían cómo a pesar de haber bajado a segunda división la afición no solo no se marchaba del campo, sino que no dejaba de animar. En el fondo sabían que no eran a ellos a quien se les animaba, sino que era una afición que estaba reafirmándose a si misma. Muchos de estos jugadores estarán ya a día de hoy haciendo gestiones para ir a donde mejor les paguen, pero allí donde vayan difícilmente puedan encontrar una afición tan incondicional como esta. (klik egin-ver más)
Nube Roja
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