Pero la jornada seguía siendo en extremo tranquila, y las tropas acantonadas en la ciudad del Zidakos debían estar aburridas. Así que, al anochecer, amén de patrullar por las calles en manada, numerosos patrols y furgonetas interrumpieron en la zona apartada donde cientos de jóvenes celebraban el día del Gardatxo, la gran asociación juvenil local. Los jóvenes estaban escuchando conciertos. Por no haber, no había ni pancartas reivindicativas. Los guardias llegaron, vieron que los organizadores estaban contando la recaudación del día y, con el mismo estilo choricero con el que se llevaron la recaudación a favor de los presos del otro día en Bilbao, quisieron llevarse el dinero. Todo por y para la Patria. (klik egin-ver más)
Jose Mari Esparza Zabalegi
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