Escuché por televisión a un turista español repatriado desde Nepal. Antes, había leído en una web las declaraciones de un turista español asegurando que en el aeropuerto de Katmandú los habían tratado como “a perros” y relatando toda clase de penurias, incluyendo que les habían cobrado “10 dólares por una botella de agua”. Menos darle por el culo, casi todo lo demás. Sus palabras casi abrían la web de uno de los dos periódicos nacionales más leídos. Sus palabras siguen ahí, destacadas, cuando escribo esto: “50 horas sin agua, nos trataron como a perros”. Cuando vi por televisión al turista que he citado antes no tuve duda de que tenía que ser el mismo que había hecho las declaraciones recogidas por El Mundo. Apunté su nombre, rotulado en pantalla, y lo cotejé. Efectivamente, se trataba del mismo. Hablaba rodeado de medios españoles, escuchándose, gustándose, finalizando con su relato de que iba en un taxi que fue aplastado en el terremoto por un edificio y murió su conductor y los otros dos viajeros. Luego manifestaba estar “orgulloso de ser español” y de “tener un gobierno como el mío, que me saca de una catástrofe”. Confío en que se recupere de lo que pueda tener, no le deseo mal alguno de clase alguna en su vida, pero espero que no salga de su puto pueblo civilizado rico pijo de mierda en su puta vida ya más, ese en el que todos tienen 10 dólares y más en los bolsillos y salud y luz y casa y familia y amigos y no caiga en un país sin energía ni agua, miles de muertos por las calles, pobreza endémica, dejación internacional de décadas y miles y miles de etecés, incluyendo el tener que aguantar a turistas de los cojones que en medio de una tragedia incalculable y complejísima son sacados de allá como reyes. ¿50 horas? Un mes te tengo yo. Como poco. Y también a los medios que dan voz a los patanes incapaces de ver más allá de sus narices.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias
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