Maldita hemeroteca. Las acabarán prohibiendo. O tipificando su utilización en la próxima reforma del Código Penal con el que el ministro Catalá nos acabará regalando, en el mismo saco que los memes sobre Rajoy y los chistes sobre la infanta. Y si no es así será UPN el que curse la petición a sus socios madrileños. Observé con lupa la última fotografía que ha publicado este periódico de Javier Esparza, presidente de UPN -no confundir con los otros- tan apuesto -quince años no pasan en balde- de blanco y rojo festivo, más navarrísimo que nunca… Observé con lupa todo eso, digo, y no me dio la impresión de que al entonces alcalde de Aoiz estuviese a punto de sufrir una parada cardiorrespiratoria o de caer fulminado por un infarto cerebral por estar la ikurriña presente en el salón de plenos que él mismo presidía. Al contrario, en la instantánea Esparza aparece sonriente y distendido, mucho más sonriente y distendido que lo que se presenta ahora ante los medios, pronto dos años ya, en un perpetuo y sideral cabreo que le afea el gesto, le agria el carácter y -apuesto a que sí- le amarga la salud allá entre la tráquea y el esófago. En el Ayuntamiento de Aoiz, como en el de otros muchos pueblos de Navarra, ondeaba la bandera vasca y no pasaba nada. Nada. Ni tan siquiera le pasaba al actual presidente de UPN, tan navarro -supongo- como afirma que es ahora. Luego este partido, con el PSN de monaguillo, se sacó de la manga una Ley de Símbolos hecha de forma nominal para prohibir la enseña y hasta hoy, que el cuatripartito ha decidido utilizar el mismo derecho para volver a la situación anterior. Vender como una ofensa a Navarra la vuelta a la legalidad institucional de un símbolo en el que se ven representados tantos habitantes de esta Comunidad, eso sí que es una ofensa. A la inteligencia.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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