Se llamaba Agustín Rueda Sierra. Murió apaleado, torturado, vejado, humillado, en una puta cárcel. En la cárcel de Carabanchel. Le asesinaron el 14 de marzo de 1978. Tenía 39 años. Era anarquista. Le rompieron el cuerpo a golpes. A golpes de olvido sigue vivo. El 18 de marzo de 1978 le enterramos en el cementerio de Sallent (Barcelona) . Al acto acudimos compañeros de militancia. También lo hicieron varias decenas de guardias civiles que, apostados en el perímetro del recinto, exhibieron sus armas. Fusil en mano, los verdes quisieron reventar su muerte. No lo consiguieron. Ninguno de sus verdugos cumplió más de ocho meses de prisión. Agustín, en la cárcel, apoyó la lucha de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) y cuando alzó su voz rebelde lo hizo a sabiendas de que los presos 'comunes' eran (son) los últimos parias entre los parias. Agustín guardó silencio cuando los carceleros le interrogaron sobre un plan de fuga. Golpe a golpe su cuerpo acabó en un amasijo de moratones.
Félix Hereña, en su página de Facebook
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