La presentación pública de la plataforma Futuro de Navarra fue una suma de poderes y personajes nostálgicos de aquella Navarra oficial que medró y se benefició del régimen político de los últimos 30 años. Con nombres históricos del sistema político que campó a sus anchas por el poder institucional de Navarra y se benefició de su reparto de prebendas, cargos de relumbrón o enchufismo presupuestario como José Manuel Ayesa, Javier Taberna o Miguel Ángel Ancízar, representantes de grupos de presión vinculados a los poderes conservadores y los presidentes de UPN y PP, Javier Esparza y Ana Beltrán, el secretario de Organización del PSN, Ramón Alzórriz, la secretaria de Ciudadanos, Ruth Goñi, y la presencia estelar del expresidente Miguel Sanz, la intencionalidad política de la iniciativa en contra del Gobierno de Barkos y del cambio político y social en Navarra resultó indisimulable. De hecho, los argumentos para justificar Futuro de Navarra son un cúmulo de contradicciones para intentar ocultar sus objetivos políticos en favor de la vuelta de Navarra al pasado político. Ponen como justificación la necesidad de defender infraestructuras como la llegada del Canal de Navarra a la Ribera o el TAV, dos proyectos que llevan años atascados precisamente por quienes protagonizaron la presentación de ese foro -quizá por ello ninguno tuvo la idea de crear este movimiento entonces-, y que han sido reactivados ahora con este Gobierno. Alegan sombras preocupantes sobre la economía y el empleo cuando en apenas dos años y medio Navarra es ya la comunidad con menos tasa de paro y lidera el crecimiento económico, perspectivas que según todos los estudios mejorarán el próximo 2018, y ha controlado el endeudamiento y rebajado el déficit al mismo tiempo que ha recuperado las prestaciones públicas y los servicios sociales. Por tanto, las presuntas justificaciones que según sus impulsores justificarían la puesta en marcha de Futuro de Navarra no se ajustan a la realidad ni a la verdad. Es difícil de creer que semejante elenco de personas con la mochila política histórica que llevan a sus espaldas puedan ser representantes de otra sociedad civil que no sea la misma que controló hasta las elecciones de 2015 todos los resortes del poder institucional, económico, sindical -la ausencia de CCOO en esa foto es significativa-, y financiero con un modelo clientelar y despilfarrador de los recursos públicos de Navarra. La vieja política de esa Navarra oficial tiene ya muy poco que ver con el futuro de la Navarra real de hoy.
Editorial del Diario de Noticias
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