Esta contundente apelación al derecho de autodeterminación que hacía Alfredo Pérez Rubalcaba en 1974 se atribuirá al "diferente contexto" de la época, a un disculpable pecadillo de juventud del incombustible político cántabro. Sin embargo, a Txillardegi, por haber tomado parte en la fundación de ETA en 1959, organización que abandonó en 1967, el ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, su ciudad natal, no se ha dignado todavía dedicarle una calle, incluso le ha negado la denominación de la biblioteca municipal central, a pesar de contar para ello con méritos académicos más que suficientes que nadie osa discutir. La retroactividad y las contextualizaciones son selectivas. En España desde luego, pero en Euskal Herria también, lamentablemente.
Praxku
Praxku
¿Es difícil de entender que el nombre de Txillardegi para una calle o una biblioteca podría disgustar a un sector de la población?
ResponderEliminarDesde el punto de vista estrictamente político sí se puede entender, porque no hay nadie que entusiasme a todo el mundo. Pero desde la perspectiva cultural, la aportación de Txillardegi a una decisión estratégica como fue la unificación literaria del euskera, un idioma que estaba en inexorable vía de extinción, justifica de sobra que al menos en su ciudad se le reconozca oficialmente. Por parte de las instituciones, porque culturalmente no tiene discusión. ¿No estuvo preso Iztueta, recopilador de las danzas vascas y autor de aquellos desgarradores versos de "Kontxesi"? ¿Vamos a tener que investigar ahora si era inocente o culpable del delito (de carácter común) que se le atribuyó para decidir si se mantiene o no la calle que desde hace muchísimos años tiene en la misma ciudad de Donostia?
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