Apenas una semana antes de cumplir 80 años ha muerto en Zaragoza, donde residía y era oficialmente hijo predilecto desde 2002, el sociólogo cortesino Mario Gaviria Labarta. Su dilatada trayectoria profesional que le llevó a muchos países del mundo, no le hizo nunca perder su apego a Cortes y a su entorno. Su experiencia en Pensilvania, donde estuvo de profesor al inicio de los setenta, fue decisiva para difundir en la Ribera la alerta por los efectos que podría generar la proyectada y frustrada central nuclear de Tudela. Tras el parón nuclear se centró en el trabajo social. Profesor en la UPNA, fue uno de los sociólogos que dio prestigio a la titulación. Junto a Conchita Corera y otros pusieron a los estudios sociales de la universidad pública navarra en los puestos de cabecera del Estado. Para ello residió durante 15 años en Pamplona, ciudad en la que confesaba no haberse integrado nunca del todo. Echaba de menos los espacios abiertos de la Ribera y regresaba a Cortes en cuanto podía.
Comprometido en numerosos temas sociales, fue un referente en el campo del urbanismo, del turismo, de la exclusión social, la prevención del sida y del bienestar social. Durante algún tiempo, en los ochenta tempranos, colaboró con Herri Batasuna, espacio político del que acabó por distanciarse claramente. Recibió diversos galardones, como el Premio Nacional de Medio Ambiente (2005), el premio Sociedad y Valores Humanos en 2006 o la Cruz de Carlos III el Noble, otorgada por el Gobierno de Navarra en 2016. A recoger esta última distinción ya no puedo asistir personalmente por su estado de salud. La enfermedad degenerativa que sufría no ha sido sin embargo obstáculo para mantenerse activo hasta sus últimos días.
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