
Que el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena pretenda la suspensión de diputados electos del Parlamento de Catalunya, tergiversando la ley y su espíritu de una manera burda, justo al día siguiente de que el presidente del Gobierno se comprometiera a buscar soluciones políticas al conflicto político que enfrenta Catalunya y España, es todo una declaración de intenciones. Los jueces reivindican y ejercen su poder como si tuvieran una legitimidad superior que no se sabe de donde viene. Y Llarena no está solo. (klik egin-ver más)
Jordi Barbeta, en El Nacional
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