
En montañas de barro, expuestos de manera impúdica, vimos carretadas de recuerdos familiares, juguetes de la infancia, álbumes de fotos, colecciones inimaginables, baúles llenos de antiguas ilusiones. “¡Tiradlo todo!” gritaba una afectada, con timbre jotero. Alguien le convenció de guardar al menos un paquete con pinta de tarta de chocolate, de cartas de su novio, porque el papel bien encuadernado nunca se moja ni se quema del todo. (klik egin-ver más)
Jose Mari Esparza Zabalegi, en Diario de Noticias
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