Este hombre había desayunado cicuta antes de subir a esa tribuna que ha soportado tantos envites contra la libertad. De palabra obra y omisión. Este hombre tiene un problema y lo sabe. Padece un odio tabernario que ha vomitado sobre un futuro presidente que, cuando menos, merece respeto. Este hombre ha hablado por todos los navarros y navarras arrogándose una representación que no tiene, o que tiene en parte pero no en todo, argumentando como si Navarra fuera suya, entera y verdadera. Este hombre pareciera un usurpador de identidades usando el nombre de Navarra en vano y arrogándose el principio y el fin de esta tierra. Como si todo dios afirmara lo que él ha escupido esta mañana. Este hombre ha vomitado sobre el PNV acusándole de intrusismo en Navarra. Cosa absolutamente legal por otro lado. Me pregunto qué piensa de Jaime Ignacio del Burgo, uno de los suyos, que en estos momentos está trabajando para el PP vasco, sí, para el PP vasco en la elaboración de un estudio para reactualizar el Estatuto Vasco. ¿Intrusismo, oportunismo? Este hombre acusa a Sánchez de compartir mesa y mantel con Bildu, un partido legal con votos legales y bendecido por la norma constitucional. A Adanero le repugna esto, él que presume de digno constitucionalista. Y Adanero sigue usando a las víctimas de ETA como un negocio ideológico. Como un llanto eterno convertido en pecado del que comer caliente cada día. Me pregunto si no le repugna con la misma intensidad el fascismo “abascaliano” cuando calificó en marzo de 2019 el Golpe de Estado de 1936 como un movimiento cívico militar. Señor Adanero, a veces la maldición la llevamos escrita en el rostro. Alguien dijo “a cada uno su locura, la mía fue la de creerme normal, peligrosamente normal. Y como me parecía que todos los demás estaban locos, acabé teniendo miedo, miedo de ellos y, lo que es peor, miedo de mí mismo".
Paco Roda, en su página de Facebook
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