En las prisiones latinoamericanas, el distanciamiento social es imposible y con las deficientes instalaciones médicas cualquier brote de coronavirus puede propagarse como un incendio forestal.
La ONU instó a los gobiernos a hacer más para proteger a los reclusos y sugirió que los más vulnerables sean liberados temporalmente para aliviar el hacinamiento.
Pero El Salvador, el país con la segunda tasa de presos per cápita más alta del mundo después de Estados Unidos, además de contar también con una de las tasas de homicidios más altas del mundo. lleva décadas lidiando con la violencia de las pandillas y sus cárceles están a punto de estallar. Las enfermedades respiratorias ya tienen una alta incidencia en las cárceles del país. La tasa de infección por tuberculosis en las cárceles de El Salvador es más de 50 veces mayor que la de la población en general, según un estudio de la Revista Panamericana de Salud Pública.
La mayoría de estos presos han cometido delitos muy graves pero el castigo debe linitarse a la privación de libertad, no a imponerles condiciones imposibles de vida ni a poner en grave riesgo su salud.
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