En mitad de una pequeña tarima que no levanta más de dos palmos de altura está el atril de la sala de prensa de la Casa Blanca. El centro de esa tarima es el metro cuadrado comunicativo más caro del mundo. Desde allí y ante la presencia física de unos 40 periodistas sentados y apretujados por las pequeñas dimensiones de la sala, habla 48 horas después del día de las elecciones el presidente de la que es la nación más poderosa del planeta. También una de las de mayor tradición democrática. El que sale a dar su mensaje institucional es el 45º presidente de EE.UU. El primero en denunciar fraude electoral en 230 años de democracia norteamericana. La expectación en la sala de prensa es relativa a pesar del momento histórico y la tensión social. El mensaje que va a dar Donald Trump ya se conoce porque lleva días repitiéndolo con letras mayúsculas en Twitter. Desde el mismo momento de la jornada electoral, con un resultado apretado y millones de votos aún por contabilizar, Donald Trump se declara campeón del mundo y denuncia un fraude masivo. Declararse ganador de un proceso fraudulento es una incoherencia que, a estas alturas del trumpismo, ya no es noticia. (klik egin-ver más)
Gerardo Tecé, en ctxt.es
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