He visto los caminos destrozados, convertidos en autopistas cruzadas cada dos por tres por camiones que pasan entre espesas nubes de polvo blanquecino. Me contaron que antes el vecindario paseaba por ellos para llegar a ese pinarcillo tapizado de romero a pasar el día con la familia o a tomar un bocado y el fresco de la tarde cuando había pasado lo peor de la canícula veraniega.
Ahora el polvo blanco lo cubre todo, y penetra por la nariz y por la boca. Se deposita en el pelo y en los ojos y en la rala vegetación que ya no es verde y va mimetizándose cada vez más con el camino.
He visto una cata excavada por las obras del AVE donde aflora el nivel freático del subsuelo y el agua es negra y saturada de nitratos como se ha comprobado en sucesivos análisis de las últimas semanas. De las aguas subterráneas beben los pueblos y con ellas se riegan las célebres hortalizas de la Ribera navarra. (klik egin-ver más)
Begoña Izquierdo Negredo, Bióloga
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