Lo que era un rumor es ya oficial: el PSN lleva vidas políticas paralelas. De día hace vida marital con Geroa Bai en la mesa del Consejo de Gobierno del Palacio Foral, mientras que por la noche se solaza, cada vez menos clandestinamente, con Navarra Suma en los sofás de los despachos. Es el poliamor, que a veces no es más que la fase previa al cambio de parejas. En el tema de la modificación del Concierto Económico mi ignorancia me impide conocer el alcance de las diferencias entre las dos principales fuerzas que sostienen a Chivite. No me ha quedado claro si Geroa Bai –junto con EH Bildu– pide la práctica independencia hacendísticas de Navarra, mientras los socialistas quieren que la llave de la caja se quede en Madrid. Creo que algo de eso hay, un tema de más autonomía frente a más centralismo, pero no me hagáis mucho caso, porque de lo que se ha hablado en el Parlamento es de cosas como del índice de imputación, que será muy importante, pero que ni zorra idea. Si tan sustancial era el desacuerdo y tan trascendental para el futuro de esta comunidad, igual habría habido que dejar la tribuna, bajar a la calle y explicarlo un poco –un poquito, coño– para que el vulgo se enterase de qué iba la movida y de qué nos jugábamos en ella. Porque ahora lo que queda es que lo que el PSN no sacó en diciembre porque Geroa y Bildu le hicieron un corte de mangas –tal vez merecido, pero yo qué sé–, lo saca ahora con Navarra Suma, para satisfacción de Javier Esparza, quien no esconde su sueño de pasar de querida ocasional del socialismo navarro a pareja con papeles, así tenga que dejar a medio partido por el camino. Y no es que no haya que poner de vez en cuando el aparato genital encima de la mesa y dejar, aunque sea por un día, de ser el córner mudo e invisible de la pareja gubernamental. Es que cuando se pone, la gente agradece saber por qué. Porque si no, para qué.
Aingeru Epaltza, en Diario de Noticias
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