Fui uno de los que estuvo en el funeral de los militares del Yak-42. Fue en Torrejón de Ardoz y le recuerdo a Gaspar Llamazares, junto a mí, recibiendo miradas poco tranquilizadoras. Y allí vi aquel espectáculo dantesco de 62 ataúdes, a los que el rey iba condecorando. Y cómo silbaban a Trillo y, algo menos a Aznar y, vi también, cómo el rey y la reina eran aplaudidos.
Pero luego me enteré de lo peor y que es la clave que justifica y explica toda aquella inmensa chapuza de meter cadáveres y trozos de cadáveres en ataúdes que no coincidían con la placa que ponía fuera del féretro. Y me dieron esta explicación: “El rey”, nos dijo. No quiere 62 funerales, quiere uno y cuanto antes”.
Ahora, pasado el tiempo, me encaja todo mucho más. En condiciones normales los forenses hubieran trabajado con mayor profesionalidad pero si se trataba de hacer un funeral de estado y no 62 y cuanto antes, el tiempo y la eficacia estaban reñidos. Y pasó lo que pasó.
Conociendo la frivolidad del rey. Sabiendo que en los peores momentos es capaz de contar un chiste verde y decir una tontería, cada vez estoy más persuadido que el comentario que me hicieron encaja perfectamente en lo que ocurrió. ¡Ojalá Trillo hablara de una vez y contara toda la verdad!.
Iñaki Anasagasti, en su blog
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