domingo, 5 de abril de 2009

EL ROSTRO DE LA RECESIÓN EN NAVARRA

ALREDEDOR de 10.000 personas no reciben en Navarra prestación por desempleo. Centenares mas ven como se consume el tiempo que les resta por cobrar el subsidio sin que en el horizonte haya atisbo alguno de que la crisis comienza a aflojar la presión sobre sus vidas. Al contrario: pinta mucho peor. Grupos de población que por su cualificación profesional y posición laboral nunca hubieran sospechado que les alcanzaría el cataclismo económico se suman a ese colectivo que no puede hacer frente al sostenimiento familiar ni al pago de sus débitos. Del cambio de ese rostro que padece la recesión en la Comunidad Foral -ya no son sólo los emigrantes, sino cada vez más los autóctonos- pueden dar cuenta las organizaciones comprometidas con labores de apoyo social. Del notable cambio y del sustancial aumento, sobre todo, de las peticiones que reciben, cada una en su ámbito de ocupación. Por no añadir también el incremento de peticiones de percepción de renta básica o de cursillos de formación laboral, prácticamente copados en su totalidad a poco de difundir la oferta. Pero ni con la certificación de mayores y mejores habilidades técnicas hay garantías de desprenderse de la etiqueta de parado: tan pocas oportunidades ofrece ahora mismo el mercado laboral. Así las cosas, y con unas perspectivas nada halagüeñas, la asistencia social pide a gritos una vuelta de tuerca. Comedores parroquiales, colectivos que reparten ropa o alimentos entre los más necesitados, grupos, en suma, que llevan años dedicados a atender a las capas de la sociedad más necesitadas, advierten de que están al límite de sus recursos. Recursos que, por su procedencia (aportaciones de empresas o a título individual), tienden también a mermar conforme las apreturas de la crisis salpican a todos, ya que quienes predican y ejercitan la solidaridad tienen ya problemas para atenderse a sí mismos. A la Administración le pilla esta situación con el paso cambiado; las diferentes vías de ayuda abiertas alcanzaban para socorrer a grupos muy identificados y con unas necesidades bien definidas. Ese perfil, como queda dicho, es hoy mucho más heterogéneo, con urgencias y compromisos que afrontar bien diferentes. Aunque todos comparten esa situación extrema a la que les ha empujado la crisis
(Editorial del Diario de Noticias)

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