domingo, 7 de junio de 2009

CADA VEZ PARECE MÁS CLARO QUE JUAN PABLO I MURIÓ ENVENENADO POR LA CURIA VATICANA

Las muy extrañas circunstancias del fallecimiento de Juan Pablo I alimentaron desde el primer momento la sospecha de un asesinato para impedir que continuase las reformas iniciadas por Juan XXIII. Una de las teorías más elaboradas es la de su envenenamiento por un fortísimo vasodilatador, que desarrolló en su libro El día de la cuenta el sacerdote español Jesús López Sáez. Este teólogo progresista acaba de publicar un nuevo libro Juan Pablo I, caso abierto, en el que añade datos que refuerzan la hipótesis establecida, compartida por otros autores como el portugués Rocha.

Juan Pablo I había tenido días antes una conversación de dos horas con el cardenal Villot, secretario de Estado, al que le había adelantado los cambios que se proponía hacer en la Curia, en particular la revisión de su estructura de la Curia y la clarificación de las finanzas vaticanas. ¿Por qué conocía el Papa recién nombrado el nombre de quien sería su sucesor? Porque el cardenal Wojtyla era el candidato de Villot y de la Curia, deseosa de volver a controlar el poder. No en vano los curiales decían: "Hemos perdido tres cónclaves (el de Juan XXIII, el de Pablo VI y el de Juan Pablo I), pero no el cuarto". Y en la involución introducida por Juan Pablo II continúa la Iglesia. "A Juan Pablo I, como a Cristo, le costó la vida querer echar a los mercaderes del templo", concluye López Sáez.

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