
Y sin embargo, en Honduras siguen pasando cosas, y los golpistas van cumpliendo las últimas etapas de su plan, ya sin la molestia de los focos televisivos. Así, la semana pasada Micheletti –que para más pitorreo sigue en el poder, tras el paripé de retirada temporal durante las elecciones- firmó la amnistía para los golpistas y la salida de Honduras de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA). Ambas medidas quedan a la espera de ratificación por el parlamento (que aprobará sin duda), de manera que cuando Porfirio Lobo asuma el poder se encontrará con parte del trabajo ya hecho.
En el juego hondureño los papeles están repartidos: Lobo es el poli bueno, y Micheletti se viste de poli malo, y le hace el trabajo sucio al primero para que no se manche las democráticas manos amnistiando golpistas o rompiendo las alianzas firmadas por Zelaya y que motivaron el golpe.
De paso, el poli malo continúa la represión, que se ha endurecido una vez marchados los corresponsales extranjeros, y además niega el salvoconducto para que Zelaya salga del país a entrevistarse con Lobo. Yo no descartaría que el poli malo rematase la faena deteniendo y encarcelando al presidente derrocado. Vista la evolución de la crisis hondureña, ya me creo cualquier cosa.
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