El 14 de agosto, tras tirarse el cohete, todo el mundo se queda expectante.
En la plaza, tensión y una gran emoción. Las cuatro enormes banderas, de
Tafalla, de Navarra, de España y de Euskal Herria son desplegadas una a una. Cuando
el concejal Valentín Cabrero, hijo de fusilado, desplegó por vez primera la
bandera tricolor, hubo una gran demostración de júbilo, represado por los 40
años de franquismo anterior. En contra de los que auguraban unas fiestas tensas
debido a la politización del ambiente, estas se desarrollaron con gran ambiente
y normalidad.
Durante cinco años la ikurriña se siguió colocando de forma oficial en
nuestra Casa Consistorial, hasta que la política tomó otros derroteros. Luego,
de una manera u otra, nunca ha faltado en nuestro cohete. Por suerte, en
Tafalla siempre se ha valorado más el pragmatismo de alcaldes como Manuel
Navascués, que el andar a palos (o subidos por los tejados) como en Iruñea. (klik egin-ver más)
Martín Parrondo, en La Voz de la Merindad
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