El ultimátum del PSN de «15 días» para la dimisión de Barcina fue de todo menos claro. De hecho, lo que hace es abrir un abanico de posibilidades inmenso. Todo resulta tan difuso que ni siquiera se sabe cuándo termina ese plazo.
Nada es lo que parece. La enrevesada forma de entender la política que tiene el PSN ha enmarañado algo que podría haberse resuelto de un plumazo, puesto que el escándalo de corrupción es mayúsculo. Ahora, hay tantos actores en juego que el resultado es un berenjenal. Toca, por tanto, repasar algunas nociones básicas para entender los escenarios que ya están abiertos. (klik egin-ver más)
Aritz Intxusta, en GARA
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