Uno de los mensajes que más machaconamente ha repetido el PP desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015 ha sido la necesidad de formar una Gran Coalición junto al PSOE «como en otros países europeos» para hacer frente a los «retos» del Estado. Esta mención que se hace en el resto del continente, con menciones especiales a Alemania, tiene una parte de apelación al tradicional complejo hispánico hacia sus socios comunitarios y otra parte de trampa. Cierto es que Mariano Rajoy y sus colaboradores no mienten, que en Berlín funciona un Gobierno entre los democristianos de la CDU de Angela Merkel y los socialdemócratas del SPD. El problema es que olvidan un detalle: los votantes progresistas castigan esta alianza y el histórico partido liderado ahora por Sigmar Gabriel lleva una década en caída libre. No hace falta irse a Grecia, donde el Pasok se convirtió en un partido irrelevante después de ser la formación clave del Gobierno heleno. La tendencia general europea es clave: la socialdemocracia está en declive, especialmente a partir de la crisis de 2007. Y allí donde decide aliarse con los conservadores en forma de pacto explícito o de laissez faire su castigo en las urnas es todavía más severo. (klik egin-ver más)
Alberto Pradilla, en GARA
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