El presidente de la gestora de Vox Navarra que maneja el caudal de la más extrema derecha hasta que se encuentre algún líder o lideresa es Javier Horno Gracia, hijo de la mítica militante del PP navarro María Teresa Gracia que fue concejal en Pamplona en los años 80 y 90. Horno aseguró el jueves en el mitin que dieron en el Iruña Park que “hay que recortar al funcionariado improductivo”. Horno es funcionario, así que en próximas entregas de la novela El Novio de la muerte -una de las canciones que sonó en varias ocasiones en la performance de Abascal y sus gentes- igual ahonda más en el tema y explica qué considera él improductivo, que es profesor de música, que lo mismo se tiene que expulsar a sí mismo de la administración si llega a gobernar, porque a UPN si para que le den los números tiene que meter a Vox lo mete y nos pone a Horno a escoger improductivos y dar latigazos a los impíos. Por supuesto, Horno y Vox quieren reducir a la minimísima expresión las competencias de las autonomías: educación, sanidad, lógicamente la fiscalidad y, de paso, meter en el cajón en el que lo metió Franco todo aquello que suene a vasco o euskera, que es para ellos el Satanás particular, algo en lo que por cierto no difieren mucho o casi nada de sus colegas de espectro. En todo caso, una sobredosis ideológica de españolidad de mil pares la del jueves, con su electorado por estos lares en plena ebullición y numerosas caras jóvenes y no tanto provenientes de la universidad del Opus, a la que no se la veía tan en primera fila de nada desde que -qué tiempos- pasaron a la sanidad pública y parecía que se acababa el mundo. Horno dice que solo él y “mi confesor” saben si será candidato al gobierno foral si Vox al final acude a las elecciones forales. Yo ya tengo las palomitas preparadas para empezar a ver caras conocidas, que las habrá, llegados de los otros partidos.
Jorge Nagore, en Diario de Noticias
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