domingo, 27 de septiembre de 2020

FICHEROS Y LISTAS PARA LA DEPURACIÓN. DE PAMPLONA A BILBAO, 1936-1938


                La brutal limpieza política desatada en Navarra desde el 19 de julio de 1936 acabó con la vida de más de tres mil personas. Según nuestros cálculos, uno de cada seis simpatizantes de la izquierda de género masculino fue asesinado. A los asesinados habría que añadir que varios miles de ciudadanos considerados como desafectos fueron encarcelados desde los primeros momentos y que hubo también muchas otras variedades de castigos, desde las multas a los rapados.

                  Esa limpieza política tuvo un carácter sistemático y científico y respondía a una estrategia de control, anulación y amedrentamiento generalizado de los adversarios políticos. Las listas de elementos a neutralizar se basaban en los informes policiales y de la Guardia Civil, en las relaciones de detenidos en los episodios conflictivos anteriores y en la documentación incautada en los registros de sedes de partidos y de sindicatos y en los registros en los domicilios particulares.

             Los golpistas implantaron en Navarra desde el primer momento una dinámica implacable, asentada sobre la disyuntiva amigo/enemigo, propia de los ejércitos de ocupación. Tal y como recuerda Peter Anderson (¿Amigo o enemigo? Ocupación, colaboración y violencia selectiva en la guerra civil española, Granada, Comares, 2017, pp. 1-13), el proceso de dividir a la población ocupada entre amigos o enemigos fue el principal proceso mediante el cual los golpistas, tanto los militares como sus aliados civiles, tomaron el control de la población y dominaron a la sociedad. Ese proceso "facilitó el castigo o la recompensa de forma meticulosamente calculada", siendo para ello necesario contar con información pormenorizada del pasado de gran parte de la población que solo pudo ser recabada gracias a la crucial colaboración de los vecinos de los sujetos investigados. Por lo tanto, los carlistas y falangistas navarros, a las órdenes de los militares, habrían actuado como ocupantes en relación con los considerados como enemigos dentro de la propia Navarra y habrían desarrollado su labor de eliminación de desafectos a partir de la recogida de cantidades ingentes de información sobre los represaliados para arrasar cualquier resistencia.  (klik egin-ver más)

Fernando Mikelarena, en DEIA

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