CUANDO todos descubrimos que lo mismo da votar a UPN que al PSN, en algunas comarcas que durante siglos hemos estado sometidas a un miserable olvido, pensamos que algo podía cambiar con un Gobierno de concentración. Incautos es la palabra que mejor nos define ahora; la realidad es que hay zonas de Navarra que lo mismo da que nos gobiernen desde Iruña, Madrid, Bruselas o Sebastopol. Siempre es lo mismo: todo para grandes proyectos, grandes obras y para los empresarios de siempre. ¡Qué desgracia! ¿Dónde está el desarrollo rural? ¿A la hora de elaborar los presupuestos, piensan alguna vez en los pueblos?
Las respuestas quizás haya que buscarlas en los hechos del verano pasado, cuando Madrid nos impuso un Gobierno de derechas, despreciando los cuatrocientos mil votos de Navarra. Duele que esto funcione así, pero es que, desde siempre, el número lo ha condicionado todo. Si Navarra con respecto al Estado no es nada, la Valdorba con respecto a Navarra es menos que nada.
Para conseguir en muchos casos limosnas nos tenemos que poner las pilas todos los alcaldes y subir a la capital a mendigar lo que en justicia nos corresponde. ¡Ya está bien! ¿Cuándo va a ser el día que nos traten con la dignidad que nos merecemos y con la generosidad que esta comarca de la Zona Media a lo largo de la historia ha ofrecido a toda Navarra?
A nuestro territorio lo han sometido a múltiples operaciones quirúrgicas. Véase: carretera nacional 121, autopista de pago AP-15, ferrocarril, gaseoducto, líneas de alta tensión, en fin, todos los servicios que discurren hacia Pamplona. ¿Qué beneficios reporta todo esto a la Valdorba? Ninguno. Hemos regalado gran parte de nuestro territorio para que los ciudadanos de primera que son los habitantes de Pamplona vivan cómodamente, mientras que a nosotros sólo nos queda la contaminación que generan estas infraestructuras.
Los siete ayuntamientos que componen la Valdorba, que suman 23 localidades, solicitamos un enlace para la AP-15 (única vía de pago de toda Navarra) entre las localidades de Barasoain y Garinoain, para poder desarrollar esta comarca, olvidada desde siempre. Por lo visto, los 100 millones de las antiguas pesetas que podía costar esta obra suman un gasto que desequilibrarían los presupuestos de Navarra y por esto mismo han rechazado dicha petición. Para colmo de estos presupuestos, los 100.000 millones de pesetas que nos va a costar a todos los navarros (incluidos los de la Valdorba) la construcción del tren de alta velocidad no le supone desequilibrio alguno. ¡Qué cara! Y encima el jodido tren va a pasar por la Valdorba con una nueva cuchillada a nuestro territorio, que nos dejará una nueva frontera infranqueable y una permanente y malsana catenaria por la que discurrirá, me río yo de las tormentas eléctricas de verano, una potencia eléctrica capaz de erizarnos el vello a todos los valdorbeses, para que los señoritos de la capital viajen cómodamente a divertirse a la capital del imperio español. Con estos 100.000 millones se podrían ofrecer a todos los navarros, excluidos los de Pamplona y Tudela, obviamente, los servicios que ellos ya poseen.
La vida en el mundo rural, por supuesto, tiene diferentes niveles de desarrollo; no es lo mismo una localidad de 1.000 habitantes que otra de 50; en esta última el sobrecoste que deben sufragar sus vecinos para vivir a veces resulta insoportable para las economías familiares, pero la implicación de las mismas para que este patrimonio se conserve con vida propia y no desaparezca es más fuerte que las ganas de mandar todo al carajo y largarse a vivir a la ciudad, objetivo éste de una clase política -por llamarla de alguna manera- que se somete al dictado de banqueros y empresarios.
¡Qué bonitos son los pueblos pequeños, pero qué duro resulta vivir en ellos! A modo de información para que los ciudadanos se sitúen con los dos pies en la tierra, nosotros los aldeanos, en nuestros pequeños pero hermosos pueblos, no tenemos transporte regular, ni cobertura de telefonía móvil, ni acceso a Internet, ni colegios, ni ultramarinos, ni guarderías, ni máquinas quitanieves, ni un largo etcétera; y con esta clase política de pandereta por no tener no tenemos ni futuro.
Asumir trescientos mil euros de gasto en los presupuestos del año pasado, que es lo que costó a todos los navarros incluidos los valdorbeses la manifestación de la extrema derecha para dar cuatro gritos con el estómago bien lleno, resulta vergonzoso cuando se nos niegan seiscientos mil para el futuro desarrollo de una comarca como la Valdorba.
Invertir miles de millones de pesetas en bolsa (por cierto, el lunes pasado perdíamos todos los navarros ocho mil millones de pesetas) cuando fuera de Pamplona y Tudela no se invierte nada, resulta de un cinismo insultante.
Condenar, como se viene haciendo, a una comarca como la Valdorba al subdesarrollo, le sitúa al borde de la extinción.
Imagínense la gracia que estos presupuestos provocan en el mundo rural, es la misma que la categoría intelectual de los dirigentes políticos navarros que nos gobiernan, o sea, ninguna.
Endika Zabalza, alcalde de Leoz (Diario de Noticias, 5/2/08)
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