
La fecha, por supuesto, no fue casual: faltaban tres semanas para que, por primera vez, se debatiera en el Congreso de los Diputados la que sería conocida como Ley de la Memoria Histórica y los dirigentes de la iglesia católica no querían dejar pasar esa oportunidad.
Bajo el epígrafe “La reconciliación, amenazada”, donde se hablaba del riesgo de revisar el pasado, se citaba a la dictadura franquista como “el régimen anterior” y añadía: “Al parecer, quedan desconfianzas y reivindicaciones pendientes. Pero todos debemos procurar que no se deterioren ni se dilapiden los bienes alcanzados. Una sociedad que parecía haber encontrado el camino de su reconciliación y distensión vuelve a hallarse dividida y enfrentada. Una utilización de la ’memoria histórica’, guiada por una mentalidad selectiva, abre de nuevo viejas heridas de la guerra civil y aviva sentimientos encontrados que parecían estar superados. Estas medidas no pueden considerarse un verdadero progreso social, sino más bien un retroceso histórico y cívico, con un riesgo evidente de tensiones, discriminaciones y alteraciones de una tranquila convivencia”. (klik egin-ver más)
Emilio Silva, en alandar.org
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