De niño tuvo que contemplar cómo a su madre le obligaban a ingerir, en medio de la plaza del pueblo, aceite de ricino, aquel castigo de la Falange que provocaba vómitos y diarreas. Quizás aquello fue el principio del fin. A la familia Sáez Santacruz la desterraron de Santo Domingo de la Calzada, por 'rojos', tras fusilar al padre y a dos hermanos. Entonces tuvieron que habitar las cunetas y sufrir, más que el hambre, el frío atroz. Hasta que se asentaron en un poblado chabolista debajo del puente de Hierro de Logroño, en plena posguerra.
Bernabé Sáez Santacruz, que murió el pasado 26 de marzo a los 89 años, residente en el barrio de Yagüe, encarna una de esas miles de historias terribles provocadas por la Guerra Civil. La diferencia, tal vez, es que él nunca tuvo problema en contar su vida, en denunciar lo que le ocurrió a él y a su familia. Aunque lo hizo casi de casualidad. Un día apareció por una ciberteca de Logroño, al ver que había ordenadores, y preguntó con candidez: «Buenos días, ¿quién me podría pasar esto a limpio?». «Se tiró a un pajar y se pinchó con la aguja», comparó una vez el filólogo Ernesto Muro, que estaba allí recibiendo un curso de formación. Ernesto se convirtió en su altavoz, en el protector de su memoria y en su editor. (klik egin-ver más)
Diego Martín Abeytua (en La Rioja)
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