Hasta hace poco tiempo estaba comunmente aceptado que la primera víctima mortal de ETA fue el guardia civil José Pardines, tiroteado en un control de tráfico en Villabona, que sorprendió a Xabi Etxebarrieta e Iñaki Sarasketa. Pero de un tiempo a esta parte se insiste recurrentemente en algunos medios en atribuir también a ETA la bomba que en 1960 había explotado en la vieja estación donostiarra de Amara y mató a la niña lasartearra Begoña Urroz Ibarrola, hija de un matrimonio de Beintza-Labaien, en la Malerreka, como hace poco se ocupaba de recordar el Diario de Navarra, aseverando dicha atribución.
El historiador Iñaki Egaña publica hoy un trabajo en GARA en el que desmiente la participación de ETA en aquel triste y entonces sorprendente suceso, aportando datos obtenidos de los archivos militares de El Ferrol y de Madrid, que indican que el fatal atentado fue parte de la cadena de explosiones provocada por el desaparecido grupo del DRIL (Directivo Revolucionario Ibérico de Liberación)
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