Necesito una información sobre los horarios de una línea de La Tafallesa. Llamo a las doce del mediodía al 948700199. "Bienvenido a La Tafallesa, en unos momentos le atendemos. Nuestro horario de atención telefónica es de ocho y media de la mañana a seis y media de la tarde". Justo oír esto, se corta la llamada. Busco otro teléfono, el 948700979. "Le atiende el contestador Vodafone del 663979783. Deje su mensaje". Obviamente no dejo ningún mensaje, ya sé que no me van a llamar ellos a mí. Hay un tercer teléfono, un 902, de los que pagas aún cuando dispongas de tarifa plana. Llamo a pesar de todo, a ver si terminamos cuanto antes, al 902023651. Pues también ahí responde un contestador, con lo que he acabado pagando el coste suplementario sin que nadie me haya atendido.Llamo ahora a Conda, al 948134224. Otro contestador me indica que si quiero información sobre horarios, llame al 902422242. ¿Y qué ocurre si eres tan pardillo de llamar? Que te responde una cinta diciendo que en alsa.es puedes comprar entradas para conciertos y todo tipo de eventos musicales en todo el país. Después a ver qué deseas y empieza un desesperante periplo de preguntas con las que hacerte pasar el tiempo, de forma que con toda probabilidad cortas la llamada con un exabrupto que nadie va a escuchar, tras perder tiempo, dinero, la paciencia, y sin haberte enterado de lo que querías saber. Es lo mismo que ocurre con la mayoría de los servicios de atención al cliente de las empresas. Se embolsan el dinero que te hacen gastar a tí y te quedas con la inevitable sensación de impotencia y frustración por la forma tan desvergonzada e impune con la que se estafa en este país.
